Entender a las comunicaciones como el medio indispensable para que una empresa funcione eficientemente, tanto en su interior como hacia el exterior, es una virtud que cualquier líder debería dominar. Existen cientos de ejemplos de cómo las organizaciones, de cualquier tipo que sean, deben a las comunicaciones la razón de su éxito o su fracaso ante determinadas circunstancias.

Lo debemos tener claro: Hay que ser planificadores de la comunicación. “hay que rendir cuentas porque no estamos solos”. Pero, ¿qué es la comunicación aplicada?. Es una fuerza estratégica que va más allá de insertarse en la estrategia general de la empresa u organización, sino que contribuye a definirla e impulsarla y la hace realizable y controlable (J.Costa). Es, digamos, el qué y el cómo de nuestros emprendimientos. Es hacer un plan, a primera vista puede ser tan simple como solo eso, hacer un plan, pero conforme vamos involucrándonos en éste, nos damos cuenta de cuan complejo se vuelve, de las partes que involucra y por ende, del alcance que puede llegar a tener, y eso que apenas estamos trazándolo, apenas estamos en el proceso de diseño del plan mismo, después se involucra la comunicación en su forma más elemental, como si fuera la sangre que circula por las venas de un cuerpo o la sinapsis que lo hace moverse. Es la comunicación uno de los elementos más indispensables para que los planes se lleven a cabo exitosamente, justo como fueron diseñados.

Y es que en un cuerpo tan complejo como puede llegar a ser una empresa o una organización, donde el tamaño en ocasiones adquiere proporciones inimaginables, hacer que funcione y que se mueva no es tarea nada fácil, sobre todo si la relación entre los grupos es ineficiente, es decir, si cada subcultura de la organización está inmersa en sus tareas y pasa de largo la razón real de existir de la empresa, se concentra tanto en la tarea de su departamento, que olvida la misión por la que existe, los objetivos comunes, y el todo al que pertenecen. Podemos advertir entonces que desarrollar un plan de comunicación no es para nada una tarea tan fácil, pues no es un reglamento unilateral, sino que involucra la toma de decisiones tejida en una gran red, para que cada individuo entienda su rol en la organización, pero como parte de un todo: la misión y la identidad tanto en lo global como en lo local, una cultura interna de integración de proyectos para el logro de objetivos comunes con eficacia, eficiencia, efectividad, ética, calidad y responsabilidad social.

Si bien todo esto hace que se mueva el gran coloso que puede llegar a ser la organización, hablamos de la parte interna, en paralelo hay que moverlo hacia la cara externa, lo que ve la gente de a pie, los clientes o el público en general: comunicarles lo que nuestra organización es, pretende y puede llegar a ser. Es un asunto complejo y estratégico que trasciende a los departamentos de publicidad o relaciones públicas, si bien es cierto que la definición de las estrategias dependen de esos departamentos, todas las áreas de la empresa tienen contacto con el exterior en cierto momento. A cada acción corresponde una reacción, por lo que cada movimiento que cualquier departamento haga, será reflejo de una cultura comunicacional que circula por las venas de la organización.

Este tipo de sinapsis que representa la comunicación en las organizaciones es la parte medular cuando hablamos de la interdisciplinariedad en el diseño. Lo interdisciplinario es a una marca o un proyecto lo que los departamentos a las organizaciones, sean pequeñas marcas o gigantes empresas. Para su correcto funcionamiento es indispensable un plan, un plan que a su vez tiene que ser diseñado estratégicamente y que debe involucrar a todas las disciplinas para que el coloso camine. O corra, o vuele, según lo que las estrategia pretendan de él.

Es:  Diagnóstico – Planificación – Organización – Evaluación

Y así, el plan de diseño que comprenda los objetivos generales y específicos, programas y subprogramas, actividades, uso de recursos y análisis de indicadores, justo como se emplea en una organización, puede emplearse en una pequeña empresa, donde en vez de haber grandes grupos de gente en cada departamento interactuando entre sí, hay más bien un pequeño grupo de individuos que generan ideas y actividades que requieren interacción entre las partes.

Partiendo del concepto básico de la comunicación: el del emisor y el receptor con todo lo que involucra en su esquema más mínimo, podemos aplicarlo en todas las etapas, desde gestación, hasta la praxis e incluso a posteriori. Para ejemplificarlo de una forma simple: pongamos de objetivo estratégico incorporar un eslogan a una marca determinada, nuestro primer público es el interno, para que hacer que sientan empatía con el mismo y lo adopten como propio, lo cual sería el objetivo específico. Seguramente alguno de ellos hayan sido parte de algún focus group. Posteriormente, como equipo de comunicación, proponemos alguna actividad estratégica para hacer que el eslogan sea adoptado por ese público interno, podría ser incluso una reunión informal donde se les presente y se realicen dinámicas interactivas para que se familiaricen con éste. Posteriormente, se introducirá el slogan al público externo, a través de la imagen de la empresa con el eslogan ya incluido para que su introducción resulte más eficiente. Y siempre, para este caso y cualquier otro que involucre la identidad de la marca, crearemos indicadores que nos permitan evaluar la reacción del público acerca de nuestro eslogan, de acuerdo a los resultados, monitoreamos y evaluamos.