Apuntes y reflexiones sobre el documental Park Avenue.
Park Avenue, Money, Power and the American Dream.
Park Avenue es un bulevar en la Ciudad de Nueva York, en el corazón de Manhattan, que nace desde 14th Avenue, en Union Square, con un carácter básicamente comercial. La mayoría de sus edificios tienen en la planta baja comercios de reconocidas marcas tales como Best Buy, Walgreens, California Pizza Kitchen, entre otras. Posteriormente en 42nd St cruza la Grand Central Terminal y el uso de suelo es ahora corporativo. En este sector se encuentran, por ejemplo, la torre de MetLife o el Seagram Building, diseñado por Mies van der Rohe, una auténtica joya de la Arquitectura. Y a partir de E 59th St, se vuelve completamente residencial.
Todo el trayecto que queda desde la calle 59, (que es el inicio de Central Park, pero a dos cuadras en paralelo), hasta donde cruza Harlem River, su carácter es absolutamente residencial. Esta parte del East Side Manhattan es el barrio de las personas más ricas de New York City. Aquí se concentran más multimillonarios que en ninguna otra parte de Estados Unidos. Pero cruzando el río a menos de 500 metros, la situación es diametralmente opuesta. Muchas familias viven en pobreza extrema y requieren de la asistencia social de comedores o refugios para subsistir.
Esta desigualdad social y económica no solo existe en Manhattan, es un fenómeno actual de todo el mundo. El documental Park Avenue lo aborda primero desde una comparación del tablero del Monopoly, donde pusieron a jugar a diferentes participantes al azar, como si fuera un focus group, y al momento de iniciar una partida entre dos contendientes, siempre asignaron secretamente mayor riqueza a uno de los participantes, más propiedades y más billetes. Y los resultados fueron siempre iguales, las personas con más dinero ganaban siempre, y la mayor parte de las veces, además se burlaban de las que perdían cuando se quedaban sin dinero. No muy diferente a lo que sucede en la vida real.
Desde antes del siglo pasado, Estados Unidos es considerado como una tierra de oportunidades. Un país rico con una clase media mayoritaria que si se lo propone puede prosperar. Pero actualmente no hay nada más lejos de la realidad. Algo cambió radicalmente en los últimos 40 años. Siempre hubo una diferencia, pero en los últimos 40 años se disparó. Ahora, las 400 personas más ricas de Estados Unidos, poseen más dinero que la mitad de la población. Es decir, solo en 400 personas se concentra más dinero que en 150 millones de personas.
Y estas 400 personas acaudaladas se ubican en muy poquitas partes, y el lugar donde más de esos multimillonarios viven es Nueva York, concretamente en esas cuadras residenciales de Park Avenue. Y específicamente en el 740 Park Avenue, donde un piso puede costar más de 30 millones de dólares, es el edificio donde más billonarios juntos viven. Son las personas que mueven al mundo. Entre ellos están: John Thain, Ezra Merkin, Steve Shwarzman y David Koch.
¿Y por qué tienen tanto dinero? Y, ¿en qué gastan todo ese dinero?. Es un círculo vicioso, además de sus lujos faraónicos e inversiones, gastan su dinero también en hacer lobby, es decir, le dan dinero a senadores y congresistas para costear sus campañas políticas (antes y después de las elecciones), a cambio de que los favorezcan con ciertos beneficios para sus empresas. Por ejemplo, ignorar el cambio climático, o las regulaciones alimenticias, o intervenir en los planes de estudios de las universidades públicas. Porque las privadas ya lo hacen directamente con los consejos directivos de esas universidades. De esta manera, los políticos colectan dinero con estas personas. Incluso van y los visitan en sus mansiones para pedirles dinero cuando lo necesitan, como George W. Bush, que en una visita de 15 minutos juntó 1.2 millones de dólares de Steve Schwarzman para su campaña de 2008. También Mitt Romney en 2012.
«Washington is almost owned and opperated by the US corporate sector at this point. There are so many billions of dollars of spending on lobbying. There are so many lobbyists that are in the room writing the regs, writing the laws right now. There is so much financing of political campaings. There are so many bought politicians.»
Jeffrey Sachs, Profesor de Economía en Columbia University.
Pasa lo mismo con los dos partidos. Tanto republicanos como demócratas. Cuando los demócratas tuvieron las dos cámaras, a pesar de haber prometido modificar las leyes que permiten estos patrocinios obscenos, no lo hicieron.
Esta es una prueba de cómo el dinero es el que manda, tanto en el resto del mundo como en Estados Unidos. Y si se trata de dinero, nadie en 740 Park Avenue tiene más que David Koch. Él y su hermano Charles dirigen Koch Industries. Entre otros rubros, hidrocarburos, gas y petróleo, son los giros más lucrativos. Influyen tanto en la política americana, más que cualquier otra persona. Para intentar derrotar a President Obama, por ejemplo, gastaron más de 200 millones de dólares. En un solo año, patrocinando a más de la mitad de las dos cámaras, de representantes y de senadores.
También destinan millones de dólares a patrocinar universidades para mantener en vigencia los planes de estudio capitalistas de ultra derecha de economía liberal. Así, tanto leyes como universidades y medios de comunicación, manipulan a los ciudadanos para que no prosperen las leyes ambientales que, a pesar de ser aprobadas en todo el mundo y tener tantos argumentos de cambio climático, obstaculizan a sus negocios. Por este motivo, usando argumentos de libertad económica, prosperidad, competitividad, nacionalismo, oportunidad, etc. Para condenar y sostener que quienes no estén de acuerdo con ellos en el libre mercado, están en contra de la libertad en sí. Esos son sus discursos y son también los del Tea Party. Y cada vez más se repiten en otros países.
El Tea Party fue una ola de protestas supuestamente espontáneas que nació de los ciudadanos en legítimo ejercicio de su libertad de manifestación democrática que se oponían básicamente a todo lo que los demócratas proponían en la administración de Barack Obama. Argumentando libertad de mercado, desregulaciones ambientales, la mismísima retórica que los billonarios libertarios de Park Avenue, como Koch. Es absurdo que la clase media proteste con esos argumentos porque no significan ningún beneficio para ellos, sino únicamente ganancias para los menos de 400 personajes más ricos y daños irreversibles para toda la humanidad.
Incluso hay políticos tan sumisos a los deseos de esos multimillonarios, que proponen que el gobierno deje de proveer salud y educación públicas. Argumentan que es dinero mal gastado. Y además proponen que los impuestos de los millonarios deben ser recortados. Millones de personas dependen actualmente de estos programas y, conforme la desigualdad aumenta, millones más se suman. Al grado que el gobierno no tiene los medios suficientes para cubrir esas necesidades. Y aún así, proponen y llevan a cabo estímulos fiscales para los más ricos, llegando incluso algunos de ellos y sus empresas, a no pagar absolutamente nada, o cantidades ridículas.
Es una desigualdad absurda que crece con los años. En 1965 un CEO de una empresa ganaba lo mismo que 20 trabajadores promedio. Ahora ganan más que 250 trabajadores promedio. Pero cuando llegan los desplomes financieros, cuando hay una crisis como la de 2008, los rescates de los errores que provocan estos empresarios multimillonarios, sí son pagados por los ciudadanos. Los gobiernos acuden al rescate y comprometen el presupuesto público a solucionar esos desplomes. La crisis de 2008 llevó a millones de norteamericanos de clase media a perder sus propiedades.
Pero entonces, si los gobiernos están tan comprometidos con estos multimillonarios, ¿quién representa, quién defiende a la clase media? Antes lo hacían los sindicatos, pero cada vez tienen menos fuerza y también llegan a ser comprados por los mismos patrocinadores. Y si no, sus personeros en el gobierno se encargan de destruir todas las leyes que puedan amparar a esos sindicatos. Muchas veces incluso con el apoyo de ciudadanos manipulados.
Sin democracia real todas las ganancias de la economía van a parar a los pocos de más arriba. Y atención, no hay nada de malo en ser rico, el asunto es serlo gracias méritos propios y no a costa de la miseria de los demás. Cuando se violan las leyes y los intereses de la mayoría para favorecer un negocio o una ley o un favor, siempre hay gente que pierde. Y normalmente somos la mayoría de los ciudadanos y los ciudadanos del futuro.
Y esa gente inmensamente rica es usualmente ejemplo de éxito para muchos. Como pruebas vivientes de que cualquiera puede triunfar. Pero lamentablemente en muchos de esos casos el mérito no es suyo. Algún miembro del gobierno ha sido cómplice o hasta socio en la fortuna de esos referentes. Es común que haya gente que sostenga que es la ley de la selva, que es el camino hacia el éxito, que son las bases de nuestra economía… Inexplicablemente la fortuna de los multimillonarios compra, incluso sin gastar un centavo, la moral de las personas que los admiran. Tal vez piensan que son pares, que piensan como ellos, que tienen las mismas ideas, que comparten gustos semejantes, o incluso que son amigos. Los endiosan. Siguen sus vidas como solía hacerlo una anciana en los años 90 a Lady Di.
Entonces, todas esas personas que admiran tanto a los multimillonarios tan cuestionados, ¿tomarían las mismas decisiones que sus héroes tomaron en sus primeros actos de corrupción y sobornos? ¿Tendrían la moral igual de corrompible? ¿Seguirían sus modelos de negocio a pie de letra sin importar las condiciones de sus empleados? ¿Serían capaces de ignorar las regulaciones locales y medioambientales con tal de concretar sus negocios? La ética empresarial es un asunto súper importante. Y muchas veces la legitimidad de una marca se ve lastimada por la reputación de sus fundadores y sus directivos. Pasa lo mismo con los políticos, excepto que usualmente ellos están mucho más expuestos y por lo mismo, más acostumbrados a mentir o decir medias verdades para intentar salir bien librados.
Hay leyes que protegen a las empresas para que no sean afectadas por el mal desempeño de las personas. En las marcas también. Pero la imagen de una marca, literalmente dicho la imagende una marca, es construida, entre otras cosas, por la percepción de su público, de las personas. Millones podrán invertirse en publicidad, en apuntalar los valores que sustenta, en difundir todo lo que contribuyen al bienestar, pero si la imagen que las personas tienen sobre una marca es negativa, reconstruirla requerirá de estrategias exhaustivas que solo profesionales de muchísima experiencia podrán lograr.