Entendiendo entonces al Diseño como una herramienta para la producción de objetos, tridimensionales o bidimensionales, sabemos que siempre responden a una necesidad determinada, una comanda, solicitada por algún tercero que no necesariamente será el usuario, pero que busca solucionar problemas específicos. Tenemos entonces un punto de partida semejante al que menciona Joan Costa(1), ciertos personajes que forman parte del escenario de producción, siendo estos: A) el cliente, que es quien hace el pedido o paga por el servicio. B) el diseñador que es quien se encarga de la parte proyectual. C) el productor, que puede ser quien lo construye o lo instala o lo imprime o lo programa o, para decirlo más concretamente, es quien se encarga de hacer que lo diseñado sea realidad. D) el medio difusor, que es quien acerca el proyecto al destinatario y por último E) el usuario, que es en quien se debe concretar satisfactoriamente el resultado de todos los esfuerzos anteriores.

Hasta acá podemos decir que el diseñador es un especialista en un área determinada, así como el productor y el cliente, que cada uno de ellos tiene un rol específico en este esquema lineal de Joan Costa, sin embargo, para los profesionales contemporáneos la realidad va mucho más allá de entregar un diseño que cumpla en forma, función, presupuesto, y determinado significado y rentabilidad, en la mayoría de los proyectos que son parte de empresas grandes, los requerimientos son mayores, forman parte de una maquinaria mucho más compleja que un diseño particular (que ya de por sí suele ser bastante compleja).

En cada disciplina de Diseño, sea arquitectónico, de objeto o comunicación(2), es decir, Arquitectura, Diseño Industrial, de Modas o Gráfico, debe haber especialistas enfocados a resolver problemas de cada una de éstas áreas. El Diseño Interdisciplinario se refiere a la interacción que tienen unos con otros, donde cada disciplina responde a una necesidad particular, pero al mismo tiempo forman parte de un todo.

Alguien debe jerarquizar esa interacción y seguramente que si es el cliente o uno de sus representantes, se preocupará exclusivamente por el precio, apurado por el retorno de inversión y no por el posicionamiento de su marca al mediano y largo plazo. Cuando tenga la necesidad, o mejor dicho, cuando crea tener la necesidad, el cliente decidirá asignar sus proyectos gráficos a un diseñador que probablemente jamás tendrá contacto con el de indumentaria que diseñará los atuendos del mismo proyecto o con el programador que desarrollará la App, cuando mucho le mandará los logos por email.

Esta es la forma común de operar que sigue un pequeño empresario cuando tiene contacto con el Diseño. De acuerdo a su instinto o la guía que recibe de sus colegas. Algunas veces la pega, muchas otras no. E indudablemente cada especialista al que acude hará su mejor esfuerzo y pondrá mucho empeño para integrar los valores de la empresa con el ejercicio que se le asignó; sin embargo, el resultado final como marca carecerá de la congruencia con el todo, puesto que no hubo una coordinación adecuada, porque cada especialista se enfocó en desarrollar únicamente su parte de forma unilateral. Como si en una película se hicieran las actuaciones con un guión, pero los escenarios con otro.

La figura del Diseñador Interdisciplinario responde a un rol y un perfil donde el concepto sería el guión que responde al ejemplo anterior. Si bien los profesionales podrán actuar por su cuenta, su resultado será mucho mejor bajo la dirección de un director capaz de dar la jerarquía que cada disciplina requiera, tomando al concepto como el rector, como la columna vertebral que parte de una generalidad a cada especialización. Cuando se diseña interdisciplinariamente, los resultados son más atractivos, más eficientes, deseables y lucrativos, porque todas las disciplinas aportan lo que mejor saben, con la intención de generar un todo más… total.

La idea de un Diseñador Interdisciplinario no es nueva, sin embargo, cuando su búsqueda se centra en el actor, el rol de lo que se espera que haga queda en segundo plano y el perfil de cómo debe ser para lograrlo pasa desapercibido. Como si se buscara un «todólogo». En cambio cuando el rol y el perfil con los que se aborda la interacción parten de un enfoque teórico y práctico, nos permite construir una figura más acorde a lo que se ofrece en las más reconocidas instituciones de enseñanza superior y resultados como los productos de las marcas más deseables.

De esta forma, un aporte significativo sería la estandarización de procesos, determinar rol y perfil, para plantear así las bases de cómo formar a un Diseñador para que su trabajo interdisciplinario sea efectivo y le permita con ello dirigir a los otros profesionales involucrados en un proyecto, de cualquier rubro. Todos estos aspectos y muchos más se deberían considerar para construir un posgrado tipo Master de Diseño Interdisciplinario. Que sea una especie de MBA, pero para diseñadores.

Sin una Teoría del Diseño no se podrá llegar muy lejos, se requiere mucha voluntad para homologar términos y conceptos en lo que a Diseño se refiere. Paralelamente debemos prepararnos para lo que viene,  porque cada vez más los avances tecnológicos, los medios masivos de comunicación y los cambiantes métodos de producción nos dictarán nuevas formas de entenderlo y, por consecuencia, de abordarlo.

Actualmente partimos de una producción que nos marca al Diseño como la parte inicial de un proceso que luego habrá de ser construido, o fabricado o programado, pero, ¿quién nos asegura que dentro de algunos años nuestro punto partida para su concepción no será distinto?. Quizá así acompañando a “el nuevo cambio de paradigmas que se anuncian en el horizonte”(3) nos conduzca a una nueva postura de concebir al Diseño y su teorización. Cuando el Diseño sea más bioclimático o cibernético, cuando los estudiantes tengan que elegir entre un plan de estudios de Diseño Biotecnológico, Intermolecular o Diseño Hipercelular. Y la palabra pase de usarse para describir un adorno «de Diseño» a ser realmente concebida como merece. El Diseño. Así como actualmente las carreras de Sistemas Computacionales llevan una materia llamada Arquitectura de Sistemas, pero ni los sistemas son tridimensionales ni nadie habita dentro de ellos. Si ellos pudieron adaptar esa concepción, las demás especialidades también deberían. Quedan muchas definiciones aún por repasar y será muy interesante si se abordan interdisciplinariamente. Y construir un posgrado que forme especialistas capaces de adaptarse a los cambios y, mejor aún, propiciarlos, debería estar en los planes de todas las universidades.

Alguna idea vaga tenemos de donde estamos. Menos claro, parece, hacia dónde vamos. Sin embargo, seguimos, nos equivocamos y volvemos a intentar. Pareciera, al menos, que nos divertimos. Nos quedan pendientes cada vez más preguntas, un par de conceptos teóricos o filosóficos para reflexionar: ¿hacia dónde va el Diseño como disciplina artística?, ¿hacia dónde como ciencia?, ¿hacia dónde como detonador social?, ¿qué bases tiene el Diseño actualmente para responder a cambios radicales en el pensamiento del hombre, como el genoma humano o el uso de la cuarta dimensión?, ¿cuántos proyectos fallidos hubieron antes de que existiéramos nosotros?(4)  ¿cómo responderá el Diseño a las necesidades futuras, cuando la tecnología esté más arraigada de lo que está actualmente?, ¿qué aporte nos queda cuando parece que está todo hecho?, ¿hasta cuándo el factor económico será el detonante de la creatividad productora?, ¿cuál será el papel del diseñador cuando éste haya diseñado a su androide suplente que diseñe más rápido, más barato y mejor que él?.

1.      Imagen Global, Evolución del Diseño de Identidad, Joan Costa, BARCELONA 1987, Enciclopedia del Diseño.

2.      Estudio de Diseño, Guillermo González Ruiz, ARGENTINA, 1996, Emece Editores.

3.      Diseño, Historia, Teoría y Práctica del Diseño Institucional, Bernhard E. Burdel, BARCELONA, 1994, Editorial Gustavo Gili.

4.      Gustavo Valdés en el Seminario del Master de la Universidad de Palermo, noviembre de 2004.