El aplastante dominio de los medios de comunicación y tecnológicos del siglo pasado continuaron con la inclusión de Latinoamérica a la cultura occidental, si bien de la conquista para acá nuestros países venían abriéndose camino lentamente tratando de preservar su identidad cultural, en las últimas décadas fueron moldeados al modelo norteamericano que conquistó casi al mundo entero.

En el último cuarto del siglo pasado, mientras el mundo occidental giraba con historias de guerra fría, Lady Di, Big Brother y las listas de Forbes, Latinoamérica dejaba de ser ajena a esas realidades; parecíamos venir siempre detrás tratando de alcanzar al hemisferio norte para no quedarnos fuera. Creíamos saberlo todo de ellos. Con mucho más interés que ellos de nosotros. Nos volvieron a conquistar, pero esta vez sin armas: fuimos seducidos por la globalización, por Hollywood, Silicon Valley y por la idea de un capitalismo imperialista que, según nos convencieron, es el camino correcto a seguir porque representa a la libertad.

Ahora nos dividimos entre el arraigo de nuestras civilizaciones milenarias y las ideologías de la cultura contemporánea a la que ya pertenecemos. Con nuestras diferencias, pero estamos ahí. Ahora como resultado de esta apertura o globalización –que algunos llamarían opresión o sumisión- dependemos del lado al que se incline la balanza en la política de Estados Unidos para saber nuestro destino inmediato, de los precios del crudo en Medio Oriente, de los acuerdos comerciales que tenga China con el resto del mundo y su aplastante economía maquiladora o la de India, de las aperturas comerciales de los países europeos, etcétera.

Era eso o quedarnos fuera, lo cual resultaba inimaginable tanto para nuestros gobernantes como para muchos ciudadanos y, sobre todo, para las empresas transnacionales que dominan el mercado. Tanto se fueron desvaneciendo las barreras comerciales e ideológicas al final del siglo pasado, que las fronteras empezaron a flexibilizarse durante un tiempo hasta que, de tan permisivas que fueron, dieron un giro diametralmente opuesto para ser hoy la cimbra que construye un nuevo paradigma entre nuestros territorios. Debemos consumir todo lo que producen esas empresas que dominan al mundo, pero en casa. No más intención de migrar.

Rem Koolhaas dice: “La convergencia sólo es posible al precio de cambiar de identidad. Suele verse como una pérdida, pero ocurre a tal escala que debe significar algo.” 1

La Comunidad Económica Europea, después de tantos años de diferencias históricas, cada país con grandes riquezas culturales e ideologías totalmente distintas, después de más de dos grandes guerras, de ciudades devastadas y grandes pérdidas humanas y materiales, miran hacia adelante como continente y se unifican, una misma moneda, un mismo permiso laboral y un día tal vez, un mismo idioma.

¿Pero qué pasa con Latinoamérica?, mientras ellos después de siglos de odio de unos contra otros pudieron unirse, a nosotros como latinoamericanos nos queda elegir el camino a seguir: podemos pensar los próximos cien años que fuimos oprimidos por la cultura occidental o podemos abrirnos paso hacia un mundo globalizado al que, nos guste o no, pertenecemos. ¿Por qué seguimos teniendo tantas restricciones comerciales? ¿Por qué no tenemos un pasaporte común desde Tijuana hasta Tierra de Fuego? ¿Por qué no existe una red de trenes que recorra el continente de punta a punta? ¿Por qué seguimos guardando rencor a nuestros países vecinos?

“A diferencia de los cambios ambientales anteriores, los medios electrónicos constituyen una transformación total e instantánea de la cultura, los valores y las actitudes. Este trastorno genera mucho dolor y pérdida de identidad, que puede mejorarse únicamente a través de una concienciación de su dinámica. Si entendemos las transformaciones revolucionarias causadas por los nuevos medios, podemos anticiparlos y controlarlos, pero si continuamos con nuestro trance subliminal autoinducido nos convertiremos en sus esclavos”.  Marshal McLuhan 2

El rechazo masivo de inmigrantes debería replantear a nuestros países medidas a corto, mediano y largo plazo. ¿Vamos a seguir dependiendo de ellos y de la voluntad de sus cámaras legislativas para saber cómo será nuestro futuro? ¿Hacia dónde vamos?. Como decía el Chasire Cat de Alicia en el País de las Maravillas: “todo depende a dónde quieras llegar” 3. Si queremos repetir la historia, seguir dejándolo al azar o si de una vez por todas diseñarnos un futuro como humanidad.

Debemos sentirnos orgullosos de nuestro pasado, y saber construir con él las experiencias del futuro. Para así sentirnos orgullosos de la oportunidad de forjarlo gracias a esa historia. Porque como decía Mijaíl Gorbachov: «el mercado no es un invento del capitalismo, siempre ha existido, es un invento de la civilización.»

Una vez más citando a Koolhaas: “(…) que el crecimiento humano sea exponencial implica que el pasado se volverá en algún momento demasiado pequeño para habitarlo y compartirlo con quienes estén vivos.” 4

Las estadísticas y los futurólogos nos plantean futuros escabrosos llenos de problemas, contaminación, hambre y sobrepoblación; hay quienes hablan de más de 10 mil millones de habitantes en el mundo para mediados de este siglo, lo que significaría un 40% más que cuando empezó. Cuatro mil millones de habitantes más en 50 años.

Ante enfoques como este nos encontramos en todo el mundo, no sólo los antropólogos o los sociólogos europeos y estadounidenses, sino también los poetas y artistas, arquitectos, cineastas y muchos más profesionistas latinoamericanos o de cualquier nacionalidad, sabemos qué puede pasar y sabemos lo que nos ha pasado. Ahora tenemos más armas que antes para enfrentar nuestros problemas como humanidad, pero ciertamente también tenemos más distracciones que nos impiden enfocar correctamente.

Con panoramas así, entre sobrepoblación, discriminación y globalización, los artistas latinoamericanos experimentan y desarrollan su obra a lo ancho y largo del planeta; algunos empiezan estudiando en prestigiosas universidades norteamericanas y europeas y hacen su vida en donde mejor les place, donde la situación económica lo permite. Algunos vuelven a sus países un tiempo y se vuelven a ir, algunos se quedan y trabajan desde su tierra. Le llamamos fuga de cerebros en los países en vías de desarrollo.

Y, ¿hacia dónde van esos cerebros que se fugan?, esos artistas que abandonan su patria para formar parte de las filas destacadas de la recién citada cultura occidental opresora, van en búsqueda de un futuro que sus países no les pueden ofrecer, porque están más ocupados en otros asuntos que en formarse un destino como países, como sociedades. Van hacia aquella ciudad que es una rica mixtura de nuevas culturas, formada por gente de todas partes viviendo en un mismo territorio donde podrán aprender de cada una de las personas que tomaron su misma decisión de crecer, avanzar y formarse un futuro. Ciudades muchas veces sin un pasado milenario pero habitadas por gente de aquí y allá, con un proyecto hacia adelante.

Hay una concepción generalizada de que la cultura y la historia son lo mismo y es ahí donde se trastorna toda la idea de identidad, soberanía y globalización. Con esta limitada percepción todo lo nuevo no sirve y los tiempos pasados siempre fueron mejores. Error. Para muchos resulta impensable que algo nuevo contribuya a la identidad de un pueblo, todos están tan casados con la historia, una historia que ni comprenden, ni dominan, pero que defienden a toda costa en vez de utilizarla para diseñar una realidad presente y un camino hacia el futuro.

Y como es lógico, esa cerrazón a lo nuevo genera también reacciones antagónicas en otros grupos opuestos totalmente a su producción nacional, “malinchistas” se les llama en México, “proyanqui” en otros países. Sostienen la idea de que todo lo vernáculo y lo histórico debe ser erradicado, cortado de tajo, y sólo lo nuevo que no tiene nada que ver con el pasado es lo que merece la pena, todo lo extranjero, mientras menos nos recuerde a nuestro país, mejor.

Rafael Belverdere: “(…) pero hablame de vos, ¿qué hacés, de qué laburás?”
Juan Carlos: “yo soy actor”
Rafael Belvedere: “ah, mira”
Juan Carlos: “trabajo mucho en cine, la última que hice es “Esa Maldita Costilla”, ¿no me viste ahí?”
Rafael Belvedere: “no, yo cine argentino no veo, viste lo que es andar corriendo detrás de las cuentas todo el día…”
Juan Carlos: “no, yo realidad argentina no veo” 5

Son extremos. Como todo, es cuestión de equilibrio, cerrarse ya no es factible. No man is an island, ningún hombre es una isla. Por un lado, debemos comprender que las culturas del exterior tarde o temprano nos llegarán, algunos exponentes latinoamericanos tenderán más por sus raíces precolombinas, otros seguirán las tendencias europeas o norteamericanas. Es así: plural. Nadie será ni más ni menos argentino o mexicano por saber hablar inglés. Y del mismo modo, nuestra cultura y nuestro hacer cotidiano, en medida de nuestro esfuerzo y su calidad, puede llegar a otras geografías y culturas.

Siempre hay que mirar lo que pasa más allá de nuestras fronteras. Desde hace 50 años tenemos la oportunidad de enterarnos qué ocurre en otros países, porque evolucionamos igual y tenemos las mismas necesidades básicas aunque estemos a kilómetros de distancia. Un ejemplo son los movimientos estudiantiles de finales de los 60s y principios de los 70s que paralelamente sucedieron desde París hasta la Buenos Aires. Estábamos en la misma situación y como allá, acá tuvimos reacciones culturales que llegaron a las masas tempestivamente, tanto la música local como la extranjera transmitía a la juventud la necesidad de involucrarse y formar parte: “rasguña las piedras” decía Sui Géneris en torno a los desaparecidos, mientras que Lennon pedía imaginar un mundo sin nada por qué morir ni por qué matar.

A consecuencia de que en las últimas tres o cuatro décadas del siglo pasado las comunicaciones revolucionaron nuestra forma de vivir como humanidad, el arte en todo el mundo tomó múltiples direcciones. Cierto, las comunicaciones nos unieron más, pero como bien dice Alex Grijelmo “una junta en los azulejos del piso al mismo tiempo que une, también separa” 6. En el arte contemporáneo ha pasado algo parecido: todos podemos estar muy enterados de lo que se hace en todas partes, y sin embargo, no hay una corriente predominante que tenga la fuerza que tuvo a mediados de siglo el surrealismo o el dadaísmo en el mundo entero, pese a que en aquel entonces sus exponentes tenían que viajar para enterarse de lo que sus colegas hacían; quizá esa comunicación mucho más personal fue la que influyó en la trascendencia del movimiento.

Ahora, sin embargo, cuando podemos tener contacto inmediato en milésimas de segundo de un continente a otro, esto propicia una exquisita diversidad en propuestas artísticas: 3D, Animé, Appropation Art, Arte Autorrefere, Arte Conceptual, Arte Objeto, Assemblage,  Body Art, Contextual, Digital, Constructivismo, Deconstructivismo, Estructuralismo, Hypermedia, Hiperrealismo, Interactivo, Minimalismo, Modernismo Tardío, New Age, Neo-Geo, Neo Modernismo, Postestructuralismo, Postmodernismo, Op Art, Realidad Virtual, Trash, Urbano y muchas más en las que ahora se incluyen exponentes latinoamericanos entre ellas.

Quizá, ante tal diversidad en el arte a consecuencia de esa mezcla de culturas, se ha generado el nacimiento de nuevas disciplinas artísticas o la interacción de unas con otras. Así por ejemplo, el creativo de una agencia de publicidad debe saber de marketing para entender las necesidades de su mercado, saber de cine para estar al tanto de procesos fílmicos y tendencias en los gustos de las masas, debe saber de diseño gráfico para saber transmitir sus mensajes; por su parte un escultor ahora sabe de ingeniería porque produce en gran escala, de materiales porque no se conforma con los mismos y de química para saber cómo emplear reacciones que hagan que los materiales transmitan su mensaje; un arquitecto sabe de urbanismo porque trabaja a gran escala, y de sociología para entender las proyecciones de las masas a futuro y de psicología para poder leer las necesidades de sus clientes.

Dentro de las corrientes artísticas que surgieron en el siglo veinte tenemos al Arte Conceptual que en vez de crear objetos, crea procesos de diversos tipos (artísticos, comunicativos, polifuncionales y operaciones activas). El Arte como idea.

“Art is the expresión of the profoundest thoughts in the simplest way” -. Albert Einstein 8

El Arte Conceptual emergió como un movimiento artístico en la década de los 60`s. La expresión “Arte Concepto” fue utilizada en 1961 por Henry Flunt en una publicación de Fluxus, pero tomaba un significado distinto al que le dio Joseph Kosuth y el Grupo Art & Lenguaje en Inglaterra (integrado por Ferry Atkinson, David Bainbridge, Michael Baldwin, Harold Hurrell, Ian Burn, Mel Ramsden, Philip Pilkington y David Rushton). Para ellos el Arte Concepto era el análisis reemplazando al objeto artístico. Decían que el objetivo del arte era servir al conocimiento artístico y el objeto no era el fin por sí mismo. La primera exhibición de Arte Conceptual se desarrolló en 1970 en el Centro Cultural de Nueva York, bajo el título “Arte Conceptual y Aspectos Conceptuales”. Debido a que el Arte Conceptual es tan dependiente hasta del texto (o el discurso) que lo rodea, fue muy influyente en muchos otros movimientos del siglo pasado. 9

El Arte Conceptual puede emplear juegos de palabras, proyectos que pueden incluso nunca ser realizados y la relación, asociación o comparación entre varias disciplinas. Así también en el Diseño Interdisciplinario, es a través del concepto que las disciplinas interactúan.

“In conceptual art the idea or concept is the most important aspect of the work… all planning and decisions are made beforehand and the execution is a perfunctory affair. The idea becomes the machine that makes the art.” -.Sol LeWitt 10

Y quizá convenga repasar un poco su definición: el concepto es una idea, un pensamiento o noción concebida a través de la actividad mental. Como si fuera la sinapsis entre las disciplinas de diseño, es decir, el combustible que las alimenta, la idea que se aplica en todas las disciplinas independientemente de sus dimensiones físicas, es decir, si se va a pintar, esculpir o musicalizar.

Dicho de otra forma, el concepto es la idea que concibe al entendimiento, un pensamiento expresado en palabras, o bien en términos de diseño: el concepto es la idea general detrás del oficio, el cual da forma a cualquier proyecto. Es el concepto quien permite la correcta interacción entre todas las disciplinas de diseño, incluso con la ideología misma que los hace concebir, que los hace crear.

El concepto permite además desarrollar un proyecto de manera escalable en tiempo o en magnitud; el tenerlo claro en todo momento dará forma a nuevas etapas que tendrán la congruencia debida con el objetivo deseado.

En el diseño contemporáneo entendemos al concepto como la columna vertebral de cada proyecto, el responsable de impregnar toda la fuerza que se requiera en cada disciplina. Como en las películas el guión es la guía para que el director plasme (a través del reparto, la iluminación, los encuadres, etc.) el resultado que se pretenda (como hacer llorar, reír o asustar al espectador), de forma similar el concepto marca la pauta para que el diseñador y el grupo creativo puedan cumplir con un objetivo determinado. El concepto es el guión y el diseñador interdisciplinario, el director.

Y ese objetivo puede ser más complejo y ambicioso de lo que se imagina, mucho más allá de incrementar ventas en una empresa, lanzar un producto o posicionarlo, el objetivo debe también provocar reacciones, no únicamente de consumo, sino de permanencia, de empatía, de intriga, de deseo, de lealtad, etcétera.

Es el concepto lo que da forma al proyecto y sustenta todos los mensajes que éste pretenda hacer llegar al receptor, ya sea a través de imágenes estáticas o en movimiento, campañas publicitarias o simples frases. El concepto será la columna vertebral y lo que dará congruencia y conexión entre todas las disciplinas artísticas o de diseño.

Podemos decir entonces que un mismo concepto puede llegar a materializar una película, una guardería o un poema.

Y lo que se vuelve más interesante es que puede incluso pasar de las disciplinas artísticas y repercutir en las actividades corporativas de una empresa, puede el concepto volverse una ideología o una forma de vida para un grupo de gente; y viceversa, puede una ideología también ser un concepto que dé pie a el diseño de una campaña, una línea de ropa o un automóvil.

Pero entonces ¿dónde está la separación entre Arte y Diseño? Podemos decir que el diseño es la creación al servicio de lo material, mientras que el arte es la creación al servicio de lo espiritual. Si repasamos un poco la historia, llegaremos a periodos donde tenían planteamientos semejantes, como la Revolución Industrial, Arts & Crafts y la Bauhaus. El diseño pretender resolver un fin material, satisfacer necesidades específicas: una casa, un uniforme, un avión. El arte en cambio, persigue expresar un fin mucho más espiritual, intangible. Abstrayéndolo a su mínima expresión, sería:

Diseño = Resolver      Arte = Expresar

Aunque si bien es cierto que el arte desde hace algunas décadas está tomando nuevas formas y se vale de lo mundano o de lo cotidiano para expresar; el mundo del diseño lo hace igual pues caminan de la mano y ambos buscan transmitir y comunicar. Ambos ahora son más accesibles y por mucho, más plurales que antes. Algunas disciplinas de diseño son más puras que otras, quizá. Es cierto que su fin no es el mismo, sino que las disciplinas de diseño además responden a una necesidad concreta por la cual existen; es cierto también que buscan una producción generalmente masiva, pero al igual que el arte, el diseño también se usa para expresar poder, jerarquía, dominio, diversidad. En la Arquitectura el libro Lenguaje de Patrones, de Christopher Alexander, es una guía muy precisa para entenderlo.

¿Y cómo afectó el arte al nacimiento de nuevas profesiones? Las universidades están conscientes de los movimientos culturales y comerciales más importantes del mundo, son juez y parte tanto en investigación como en el fomento cultural. Más allá de inventar nuevas carreras, las universidades de vanguardia están formando profesionistas que vayan más allá de las expectativas inmediatas de mercado, que innoven. Gente que haga girar al mundo, que le dé cuerda al reloj.

Cada vez más el diseñador interdisciplinario debe emplear su energía más allá de lo que el cliente demanda, superar sus propias expectativas y crear, proponer, arriesgarse y experimentar para poder innovar. Se trata quizá de una estrategia de diferenciación, pero a fin de cuentas siempre será un proceso de comunicación.

Ahora que la única constante es el cambio, tanta información y tanta comunicación nos obliga a evolucionar constantemente, a no quedarnos sentados, sino aportar. En el diseño hypermedia, por ejemplo, Latinoamérica tiene pocos pero muy talentosos exponentes, preparados no sólo para resolver necesidades de grandes organizaciones o hacer lanzamientos de productos en exposiciones mundiales, sino para transmitir lo aprendido afuera de nuestros países dentro de nuestras universidades.

La industria del cine, por ejemplo, que por ser industria tiene diseño y por ser cine tiene arte, ha encontrado en el último lustro a media docena de creadores mexicanos que han sido galardonados continuamente. Esto demuestra que el talento en Latinoamérica existe y, aunque sin duda la diferencia entre la industria de Hollywood y nuestro cine doméstico pasa invariablemente por un tema de presupuesto, no debemos perder de vista que hay decenas o tal vez centenas de empresas internacionales ávidas de conquistar nuestros países con sus productos o servicios, patrocinar o invertir en cine, arte o diseño puede ser una vía para que todos resulten beneficiados.

“El ser digital tiene 3 efectos fisiológicos en la configuración de nuestro mundo: descentraliza, allana y hace que las cosas sean más grandes y más pequeñas al mismo tiempo. Como los bits no tienen tamaño, forma ni color, tendemos a no considerarlos de manera morfológica. Pero al igual que los ascensores han cambiado la configuración de los edificios y los automóviles han cambiado la forma de las ciudades, los bits cambiarán la configuración de las organizaciones, sean estas compañías, naciones o estructuras sociales”.  Nicholas Negroponte 11

Hay que apostar por nuestra gente, pasando de el tema ideológico o cultural al más simple: educarnos, aprender de la historia y entender lo que somos, así revisar hacia dónde vamos. Ampliar nuestro panorama de lo que viene y no esperarlo sentados, sino diseñar nuestro futuro más allá de nuestras geografías, sino como humanidad.

1.      De la entrevista entre Rem Koolhaas y Nathan Gardels para la Revista Vuelta, Octubre de 1996.
2.      Marshall McLuhan en el libro Singular Housing, El Dominio Privado. Jaime Salazar y Maunel Gausa, Actar, Barcelona 1999.
3.      De la película animada de Disney, Alice in Wonderland (1951). Obra escrita por Lewis Carroll en 1865.
4.      De la entrevista entre Rem Koolhaas y Nathan Gardels para la Revista Vuelta, Octubre de 1996.
5.      De la película argentina El Hijo de la Novia (2001). De Juan José Campanella.
6.      De La Seducción de las Palabras. Alex Grijelmo, Taurus, Madrid 2000.
7.      De El Arte Hoy, Reimschneider/Grosenick. Editorial Taschen, Italia, 2002
8.      Frases acerca de Concepto, en Artlex Art Dictionary, Michael Delahunt, M.F 1996-2004
9.      El párrafo fue traducido por el autor debido a la importancia con el tema central, el párrafo en inglés dice a la letra: fue raducido por el autor para fines de interpretación. El texto original en inglés es así: Conceptual Art emerged as an art movement in the 1960s. The expression “concept art” was used in 1961 by Henry Flynt in a Fluxus publication, but it was to take on a different meaning when it was used by Joseph Kosuth (American, 1945-) and the Art & Language group (Terry Atkinson, David Bainbridge, Michael Baldwin, Harold Hurrell, Ian Burn, Mel Ramsden, Philip Pilkington, and David Rushton) in England. For the Art & Language group, concept art resulted in an art object being replaced by an analysis of it. Exponents of Conceptual Art said that artistic production should serve artistic knowledge and that the art object is not an end in itself. The first exhibition specifically devoted to Conceptual Art took place in 1970 at the New York Cultural Center under the title “Conceptual Art and Conceptual Aspects.”   Fue tomado de Artlex Art Dictionary, Michael Delahunt, M.F 1996-2004.
10.    Sol LeWitt en Paragraphs on Conceptual Art en un artículo de Artforum verano de 1967.
11.    Nicholas Negroponte de “On Digital Growth and Form”, publicado en Octubre de 1997.